Bienvenidos a nuestro blog, nos encanta poder compartir contigo muchas ideas para que puedas compartir con tu hijo o hija un momento único y diferente donde incentives sus procesos de desarrollo a través de experiencias creativas y muy divertidas.
La etapa en la que está tu hijo en este momento es una etapa determinante, su cerebro está en el proceso de crecimiento más importante que tendrá en su vida. Por ello los estímulos que puedas generar y la forma en la que lo invites a conocer y desarrollar la percepción de su entorno serán tan importantes, acá te damos algunas ideas que desde nuestro jardín compartimos contigo para que puedas incentivar su aprendizaje y su desarrollo.
1. Actividades sensoriales con texturas y temperaturas
Las actividades sensoriales buscan fortalecer la percepción y los sentidos: visual, auditivo, olfativo, gustativo y táctil.
En edades tempranas, la integración sensorial está en pleno desarrollo, y una buena estimulación permite que el niño organice e interprete los estímulos del entorno de manera efectiva. Los niños que tienen oportunidades de juego sensorial frecuente muestran mejoras en la regulación emocional y el control de impulsos.
¿Qué necesitarías?
Una bandeja sensorial que puedes armar con harina, arroz, legumbres, agua con hielo, papel picado o tierra. Cucharas, embudos o pinzas de plástico.
Puedes generar bandejas sensoriales donde a través de la experimentación con distintos materiales generes un objetivo específico, por ejemplo, vamos a realizar trabajo de clasificación a través de la selección de texturas. Una primera propuesta de bandeja es materiales secos con texturas rugosas de diversos colores, por ejemplo hojas, ramas, verduras, eucaliptos, lija, piedras de distintos tamaños, juguetes rugosos.
De esta actividad puedes desglosar varias; una puede ser distinguir formas, imaginarse figuras, puedes modificar las temperaturas de los elementos para trabajar la distinción de cálido y frío.

2. Clasificación de objetos por color, forma y tamaño
Esta actividad está vinculada al desarrollo de funciones cognitivas básicas. Según Piaget, el pensamiento preoperacional (de 2 a 7 años) se caracteriza por el inicio de la clasificación y seriación. Invitar al niño a agrupar botones, tapas, cubos o elementos naturales (hojas, piedras) refuerza su capacidad de organizar mentalmente información. Desarrolla su pensamiento lógico, generas una introducción a conceptos matemáticos y trabajas en tu hijo la atención y observación prolongada, de acuerdo a su edad puedes ir incrementando estos tiempos de atención.
Materiales
Tapas de botellas, fichas, piezas de construcción o utensilios plásticos.
Puedes invitar a tu hijo a que comience la clasificación de los objetos por su color, posteriormente puedes realizarlo por su forma. Esta actividad puede tener variaciones, puedes por ejemplo realizarla con un bowl con agua y un pequeño colador donde tu hijo disfrute ampliamente el pescar los elementos, con esta variación también trabajará sensaciones y su coordinación visual y táctil.
3. Creaciones con papel, cartón y elementos reciclados
Las manualidades activan funciones cognitivas relacionadas con la planificación, la anticipación de resultados y la representación simbólica. Estudios en neuroeducación señalan que las actividades creativas favorecen la conectividad entre ambos hemisferios cerebrales.
Manos a la obra
Crear figuras, decoraciones o escenarios con materiales simples como cartón y papel reciclado estimula la imaginación y refuerza la destreza manual.
Poner los materiales en una mesa de exploración provocadora. Los niños los tocan, los manipulan, imaginan qué podrían ser: ¿una oreja?, ¿una cola?, ¿patas? Se le invita a realizar una creación libre, donde el adulto lo acompaña sin intervención, puede realizar preguntas que lo lleven a pensar, por ejemplo: ¿Cuál es el nombre de tu animal?, ¿Dónde vive?
4. Juegos de imitación: roles y escenarios cotidianos
El juego simbólico es un pilar del desarrollo en la etapa preescolar. Según Vygotsky, a través del juego los niños interiorizan roles sociales y regulan su conducta. Representar actividades como cocinar, visitar al médico o atender una tienda permite al niño procesar y comprender el mundo adulto desde una perspectiva lúdica. A través de estas se incentiva el desarrollo del lenguaje, la capacidad de organización narrativa, la creatividad e imaginación.
Materiales recomendados: utensilios de cocina de juguete, peluches, ropa vieja, cajas vacías.
¡Ponlo en marcha!
Prepara el espacio, puedes organizar diferentes rincones de juego según los escenarios: casa, tienda, cocina. Cada rincón tendrá los elementos esenciales para representar el lugar.
Puedes incentivar la conversación y el desarrollo de ideas a través de preguntas, por ejemplo: ¿Qué hacemos cuando estamos en casa? ¿Qué hacen las personas que trabajan en tiendas?, ¿A quién has visto cocinar en casa?, ¿Qué utensilios usan?, ¿Qué quieres ser hoy?
Juego libre guiado: Los niños eligen el espacio donde quieren jugar. Se pueden mover entre rincones si lo desean. El adulto observa y registra, pero también puede intervenir como un personaje más: ¡Buenos días! Vine a comprar pan, ¿Usted es la doctora? Me duele la pancita.

5. Actividades de motricidad fina con pinzas y cuentas
La motricidad fina comprende movimientos precisos de manos y dedos, fundamentales para tareas como escribir o abotonarse. Ejercitarla desde los 3 años mejora la independencia funcional. Actividades como enhebrar cuentas, recortar o apilar objetos pequeños fortalecen la musculatura de la mano y la coordinación visomotriz. Todas estas opciones incentivan y fortalecen la concentración, la precisión en movimientos.
Necesitarás:
Pinzas de ropa, pajillas, botones grandes, plastilina casera.
Plantearle al niño el uso de pinzas de ropa para agarrar botones grandes y trasladarlos de un recipiente a otro. También puedes enhebrar trocitos de pajilla en un cordón grueso para formar un collar o una serpiente. Se puede jugar con patrones de colores o tamaños.
6. Juegos con movimiento: circuitos motrices caseros
El movimiento es esencial en esta etapa. Según la teoría psicomotriz de Le Boulch, el desarrollo motor es inseparable del desarrollo cognitivo. Un circuito motriz puede incluir saltos, reptaciones, desplazamientos y equilibrio, usando objetos como cojines, sillas o cintas adhesivas para definir recorridos. Este tipo de actividades fortalece el esquema corporal, la coordinación del cuerpo.
Necesitarás:
Cojines, sillas, cintas adhesivas, elementos para crear el circuito, aros, conos, túneles, pelotas.
Ideas prácticas
- Camino saltarín: Saltar de cojín en cojín sin tocar el suelo.
- Túnel bajo sillas: Reptar por debajo de las sillas como si fueran túneles secretos.
- Camina la línea: Seguir una línea de cinta adhesiva en zigzag caminando despacio para trabajar equilibrio.
- Atrapa y lanza: Atrapar una pelota pequeña y lanzarla a una caja.
- Paso de obstáculos: Pasar entre conos o aros sin tocarlos.
7. Lectura en voz alta con interacción
La lectura compartida es una herramienta poderosa en la primera infancia. Según el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano (NIH), esta práctica activa zonas cerebrales vinculadas con la imaginación y la comprensión verbal. Además, promueve habilidades como el enriquecimiento del vocabulario, la escucha atenta, la comprensión de secuencias, y el diálogo reflexivo.
Inspirados en Vygotsky, leer con otros potencia el aprendizaje social y lingüístico en la Zona de Desarrollo Próximo del niño.
Necesitarás:
Puedes encontrar libros que sean llamativos para tus hijos, que tengan lindas ilustraciones que puedan interpretar.
Escoge un libro que llame la atención del niño por sus colores, personajes o temática.
Luego prepara el ambiente: siéntense juntos en una colchoneta, cojines o manta. Baja la luz o usa una lámpara cálida. Lee en voz alta con emoción y variando la entonación para cada personaje o situación. En breves pausas puedes preguntar diversas cosas relacionadas al libro, por ejemplo ¿Qué crees que está sintiendo este personaje?, ¿Tú qué harías si fueras él?, ¿Qué crees que va a pasar ahora?.
Quizás te puede interesar: Las emociones en nuestros niños. ¿Cómo gestionarlas? ¿Cómo reconocerlas con ellos?
8. Juegos con música: ritmo, canto y movimiento
La música es una herramienta pedagógica de alto impacto. Según estudios de la Universidad Johns Hopkins, el uso del ritmo y la melodía activa zonas cerebrales relacionadas con la memoria y la emoción. Cantar canciones infantiles acompañadas de gestos y bailes contribuye a la coordinación y al desarrollo del lenguaje. Dentro de los beneficios de esta actividad podrás encontrar: Mejora la comprensión de los ritmos de la música, podrás trabajar la coordinación visomanual y fortalecer la regulación emocional.
Necesitarás:
Materiales como botellas, arroz, lentejas o fríjoles. Un espacio amplio para poder bailar y moverse.
Creación de maracas con botellas y granos:
Invita al niño a llenar las botellas con los diferentes granos, cierren bien las tapas y sellen con cinta para evitar que se salgan los granos. Un detalle lindo es decorar con stickers, papeles de brillo o con vinilos.
Al haber generado el instrumento pueden explorar el sonido, permite a los niños agitar sus maracas y que puedan descubrir cómo suenan de acuerdo al grano que tengan dentro. Comparen cuál suena más fuerte, cuál más suave, cuál tiene ritmo más rápido. Después de tener las maracas listas puedes comenzar a bailar al ritmo propuesto, puedes poner música o cantar con tu hijo.

9. Actividad de arte
Crear una obra artística con materiales creativos con la idea de jugar con acuarelas y los colores que pueden crearse. Este tipo de actividades pueden aportar significativamente a procesos de creatividad, pensamiento y llevan a ejercitar el control muscular. Se trabaja la fuerza de las manos, la coordinación bilateral, el sentido estético y artístico.
Necesitarás:
Papel acuarela, sal, pegante blanco líquido, acuarelas, agua, un pañito para secar.
10. Sembrar una planta y cuidar su crecimiento
Según investigaciones en pedagogía ambiental y neurociencia, cultivar una planta favorece la autorregulación, la paciencia, la comprensión de procesos naturales y refuerza el sentido de responsabilidad.
La jardinería infantil permite descubrir, desde la vivencia, los ciclos de la vida, el valor del cuidado constante, y estimula el desarrollo de habilidades sensoriales, cognitivas y socioemocionales.
Necesitarás:
Lentejas, fríjoles, una bolsa, algodón, semillas, una maceta, tierra, agua.
Humedece el algodón y colócalo en la bolsa o el vaso, inserta varias semillas (fríjoles o lentejas). Coloca el recipiente cerca de una ventana donde reciba luz solar indirecta. Invita al niño a observar cada día el crecimiento de la raíz y el tallo. Cuando la planta haya crecido lo suficiente, se trasplanta a una maceta con tierra. El niño puede hacerlo con sus manos, sintiendo la textura de la tierra y participando activamente del proceso. Anima a personalizar la maceta con su nombre o dibujos. Puedes preguntarle a tu hijo sobre el proceso de crecimiento de la planta, qué le llama la atención e investigar juntos.
El impacto de las actividades en el desarrollo infantil
Fomentar actividades para niños de 3 a 5 años en casa es una estrategia efectiva para apoyar su desarrollo integral. Cada una de estas propuestas está respaldada por fundamentos pedagógicos y neurológicos que demuestran su impacto positivo en el aprendizaje temprano. Además, son oportunidades para compartir tiempo de calidad, fortalecer el vínculo familiar y promover la autonomía.
¿Buscas un espacio donde tu hijo pueda desarrollarse con metodologías activas y personalizadas? Descubre nuestro programa educativo.